Amantes de la noche...

Bienvenidos al sitio de la dama de la noche eterna, aquí encontrarán lecturas y poemas dedicados a mi ángel prohibido, un saludo y bienvenidos...


lunes, 9 de agosto de 2010

Sentimientos eternos


-------------------------------------------------- I -------------------------------------------------




Siempre era igual, siempre lo mismo, muchos años habían pasado y seguía exactamente en el lugar de siempre, en medio de las sombras, de la humedad y del frío. ¿Cuántos años habían pasado? El tiempo se había convertido en un factor insustancial tomando en cuenta que había cosas mucho más importantes por las cuales preocuparme.

¿Preocuparme? Sí… Pues a pesar del trágico desenlace de las cosas, continuaba recordándola, me resultaba inevitable e imposible dejar de pensar un segundo en ella, desde luego que aquello me convertía en un idiota.

¿Qué había sucedido conmigo? ¿Cuándo había dejado de ser el valiente, insensible y poderoso demonio de antaño? Era una vergüenza para el infierno y lo sabía; incluso ahora si hubiera la mínima posibilidad de volver, volvería para morir, después de todo había cometido el mayor pecado conocido en mi mundo. Pero esa posibilidad no existía, no cuando llevaba muchos años aquí, perdido en la nada y sin posibilidades de la deliciosa escapatoria que era la muerte.

Morir me resultaba placentero, no había ningún motivo que me atara al mundo de los demonios y mucho menos al mundo humano, pensar siquiera que teníamos alguna otra elección me resulta plenamente absurdo, así como de absurdo me resultan mis decisiones y las elecciones que tomé y que me trajeron a este podrido presente.

En medio del tedio y la soledad en la que estoy confinado, no me queda más remedio que recordar mi historia, recordar para comprender en qué punto me equivoqué, qué fue lo que hice mal y debo hacerlo desde el principio, debo entender mi pasado para poder hacerle frente a la cruda realidad.

Sólo hay algo de lo que hasta ahora estoy plenamente convencido y seguro: soy un demonio, y estoy en medio de la nada sin poder volver a donde pertenezco, el infierno.

Ese lugar fue creado de aquellos ángeles que por amor propio, tentación y egoísmo, fueron alejándose de la luz y perdiéndose en la oscuridad, así como de aquellos miedos de los seres humanos, de sus dudas, de sus malas acciones; monstruos mejor conocidos como demonios habitan el inframundo.

Describirlos incluso a mí me resulta aterrador, no por que sean criaturas horribles y por las cuales temer, más bien es por el hecho de que son creaciones propias de la humanidad, imaginar siquiera que la fuerza que tienen es dada precisamente por aquellos seres que les temen es de locos.

Pero pese a lo que todos puedan pensar el infierno es un universo lleno de organización y estabilidad; sustentado en el consejo de mayores o mejor conocidos como “los cuatro grandes del inframundo” que son los que se encargan de conservar y educar a las futuras generaciones.

La sociedad demoniaca está dividida en clases, dependiendo de qué tan pura sea tu sangre, de tus parentescos e incluso de tus hazañas, así estamos los demonios de clase alta, principalmente son diablesas y diablos, que son los miedos, dudas y las tentaciones surgidas de conciencia humana, nosotros no tenemos un cuerpo específico, somos más bien un ente, una esencia siendo la parte vital los cuernos, localizados en el centro de toda nuestra presencia y somos los únicos que vivimos en Pandemónium; posteriormente están los demonios de segunda clase siendo las almas de todos aquellos humanos que dañaron a sus semejantes en vida, ellos tienen cuerpos específico de hecho las imágenes que en el mundo humano son difundidas del infierno son lo más parecido a ellos, y por último la tercera clase, quienes se encargan de fomentar a los seres humanos para tentarlos a pecar y también son los soldados de batalla en el ejército infernal; su cuerpo físico es tan parecido al del ser humano que se dan el lujo de rondar y vivir entre ellos.

Yo pertenezco a la primera clase, gracias a que mi madre es Lilith, la madre de los condenados o de los mitad demonio, la única diablesa entre los grandes. Pero mi rango no sólo se debía a los lazos sanguíneos, ya que mis hazañas a pesar de ser pocas eran grandes, por ello mi trabajo en el inframundo era como encargado del ejército, dirigir la guerra que Michael y sus lacayos angelicales constantemente perseguían. Pero aquél puesto originalmente no me pertenecía, ese puesto era de Lucyfer, el hermano mayor de mi madre y uno de los grandes. La verdad jamás me he cuestionado si realmente merecía el lugar que hasta hace pocos años tenía, no, porque en el infierno son muy pocas las reglas que existen y todos podemos ocupar cualquier puesto.

Mi existencia siempre estuvo en duda, ya que mi padre era mitad demonio, y eso me convertía en un demonio impuro. El único que siempre me defendió ante el consejo ganándose por castigo el no convertirse en el rey demonio, fue precisamente mi tío Lucyfer, además de ser quien me enseñó todo lo que sé.

Sus actos siempre me causaron orgullo y respeto, él era mi héroe. Un sinfín de encuentros con los ángeles, su forma de tentar y castigar a los humanos, su facilidad para tomar un cuerpo y transformarse, él era el único del Pandemónium con un cuerpo perfecto y hermoso; su forma de tomar la espada, el arco, las llamas, en fin cualquier arma; su cultura… todas esas cosas son las que me dejó mi tío.
Recuerdo claramente nuestra última pelea… Unos años atrás, fuimos invadidos, por segunda ocasión, por una horda de ángeles deseosos de dar luz. Los malditos irrumpieron en la zona inicial del infierno, no queriéndose adentrar en la oscuridad y conocedores de nuestra debilidad a la luz, iluminaron a los demonios más inexpertos y menos poderosos del lugar; perdíamos batalla y hasta cierto punto lo hicimos, ya que en aquél momento desapareció mi tío.

Aquél hecho me encolerizó tanto que comencé a atacarlos y destruyendo todo a mi paso, entonces ellos decidieron escapar. Aquella noche después de charlar con el consejo de ancianos descubrí el por qué nos derrotaban, desde luego que Michael jamás pierde el tiempo y ahora tenía un arma demasiado fuerte en su poder: La devoradora de pecados.

Su existencia me resultó la cosa más aberrante del universo entero, ¿cómo era posible que un subordinado de baja clase acabara con aquél demonio tan poderoso en un sólo momento? ¿Quién rayos era aquél ángel misterioso? Perder a Lucyfer me convirtió en un demonio desesperado e inútil, ya que en mi afán de venganza había intentado un sinfín de maniobras que únicamente me habían traído como consecuencia el deterioro del ejército y además el incremento del desprecio de los ancianos. Pero no por nada me llamaban el cazador de la luz o el ángel de las sombras, yo acabaría con el arma del cielo y devolvería al infierno su paz y tranquilidad. Aunque fuera lo último que hiciera. Consciente estaba de que esto sólo lo lograría encontrando aquél ángel.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Cap 11 ¿Ahora sí es amor?


CAPÍTULO XI
Odio


Ahora podía entender por qué tal vez mis compañeros veían como castigo ser miembro de la sociedad de alumnos, claro tomando en cuenta que en el comité estaba el insoportable de Stephen Dawson, todo encajaba a la perfección. Se encontraba justo en el centro de la habitación y en la fila de hasta el frente, con su expresión creída y pagado en sí mismo, mirándome con ojos de odio, no, eso no era una mirada eran más bien dos filosas dagas, pues podía sentir cómo me traspasaba y me mataba con ella, incluso mis propios pies lo sentían pues no querían moverse.

Aquella aula daba la impresión de ser como un teatro, con sillones puestos en filas no rectas si no como en escalera. Hasta el frente un amplio espacio con una pizarra enorme.

Algunos alumnos charlaban entre sí, supuse que se trataba de los delegados de las otras clases. De pronto divisé un lugar a lo alto en la tercera fila cerca de la ventana derecha, lo bastante lejos del joven Dawson, así que me escabullí a ella. Me senté tímidamente, saqué una hoja de mi carpeta y un bolígrafo, dispuesta a hacer las anotaciones pertinentes.

Unos minutos pasaron, y volteé a mi alrededor, la sala estaba abarrotada hasta la quinta fila, entonces una joven de cabellos rojizos cerró de la puerta de pronto, ahora recordaba dónde la había visto, ella trabajaba en el club Vampiro y fue quien presentó a Alexander la primera vez que fui.

-Bueno chicos, me da mucho gusto verlos a todos otra vez, Bienvenidos a los nuevos; espero vengan conscientes de la responsabilidad que tienen al pertenecer a este comité y que vengan con la energía suficiente para trabajar. Mi nombre es Ashley Thompson, soy la secretaria del comité- en eso la puerta se abrió de golpe y entraron Des y Path algo agitadas

-Siento llegar tarde, pero es que la práctica tardó más de lo esperado- Dijo una Des sudorosa con su maleta al hombro y portando su uniforme de animadora.

-No llegaba el proveedor, disculpen todos- Dijo algo más tranquila Path.

-Bueno, ahora les explicaré cómo está conformado el comité de alumnos. Cada año cuando son admitidos nuevos alumnos, el comité recibe un representante novato de cada carrera y a veces de cada clase, posteriormente estos alumnos si fueron útiles se quedan en la siguiente administración ó dejan el puesto. En grados mayores se elige un miembro por carrera como representante, dependiendo cada facultad, algunas por votos, otras por decisión de los maestros. Únicamente el presidente es elegido por el consejo escolar, de acuerdo a calificaciones y actitudes. La jerarquía dentro del comité es la siguiente- la pizarra bajó y se puso en blanco, entonces se encendió un proyector y la imagen de un diagrama.- El presidente es el único que escogen los altos mandos, los demás puestos son determinados por los mismos miembros por votación. En esta administración, después del primer evento se realizará, esto para que los nuevos sepan por quién votar. Bueno esto es todo por mi parte, el presidente dará su discurso de bienvenida.

Un joven en la fila de enfrente se levantaba, un joven de cabellos rebeldes y castaños, delgado pero fuerte, alto y con una cara angelical. No podía ser nadie más que Stephen Dawson, mi demonio personal.

-Gracias Ash, muy buen trabajo, tómenla en cuenta como vicepresidenta- sonrió coquetamente hacia la joven que lo miraba sensualmente y con una risita nerviosa, se notaba muchísimo que a ella le gustaba aquél infame caballero- Bien, quiero decirle a los nuevos que estar en este comité no es nada sencillo, hay que trabajar muchísimo porque somos los encargados de velar por los intereses de nuestros compañeros, así como de garantizar su diversión. El año pasado hicimos un excelente trabajo y espero que este año sea mucho mejor. Estar aquí es un privilegio- de pronto sentí esa mirada atrapante, esas dagas que me martillaban- Tiene enormes beneficios, principalmente por notas en tus boletas y puntos extras en algunas cátedras, pero tiene una gran desventaja que si no están dispuestos a cumplir es mejor que se retiren, esta es que tienen que tener disposición de tiempo.

Comenzaron a hablar de las próximas actividades, para mi sorpresa Patrice había sido la Tesorera anteriormente y entregaba el presupuesto para este año para el siguiente administrador, había hecho un buen trabajo, por lo cual se comentó que podría volver al mismo puesto. Hice algunas anotaciones sobre los comunicados que debía hacer a mi clase. En el poco tiempo que llevaba conociendo a mis amigas, no sabía que hicieran este trabajo y me dio gusto verlas metidas en el papel de “doñas responsabilidad”.

Pero sin duda alguna el que más me había sorprendido era Stephen. Su actitud prepotente y altiva se dejaba ver en todo momento, pero a la vez su madera de líder nato. Una conversación a cuchicheos en la fila de enfrente llamó mi atención.

-Vaya que es guapísimo el presidente, es una lástima que sea un poco frío y cortante…

-Pero claro que tiene que ser así, después de lo que le hicieron, además da la impresión de ser un ciervo asustado.¬-Reí internamente imaginándome a Stephen Dawson asustado y con cara de borrego.

-Pero no importa lo frío que sea, es un alumno modelo y realmente interesado por nosotros, tiene las mejores calificaciones y ha estado como presidente desde hace dos años que fue cuando ingresó como estudiante, por que lleva cinco años dando clases de piano.

-Claro, es el mejor pianista que he visto en mi vida, fue un honor que escogiera esta universidad, tomando en cuenta las miles de ofertas que le llegaron de todo el mundo.

-Y como tiene muchísimo dinero, hace donaciones bastante grandes, de hecho se rumoró al principio que había comprado su puesto como presidente, pero claro que esto se dejó a un lado cuando se vio su trabajo, y lo mejor de sus donaciones es que es para financiar a algunos becados, pues como presidente participa en el proceso de selección a beca
.

-Sí, eso lo hace ser un joven altruista y noble.- Claro que era noble de su parte, tomando en cuenta lo pretensioso que parece ser no hubiera creído jamás que utilizara su dinero de esa manera- Se rumoreó que este año financió la beca completamente a una joven, dicen que cuando leyó su composición para entrar le conmovió tanto que sin dudar dio todo el dinero.

-¿No sería por que le gustara o algo así?

-No, parece ser que le movió su entusiasmo por estudiar, ya sabes, él respeta demasiado a esta universidad y detesta a todos aquellos que están aquí para pasar el rato. Además la chica becada era una genio, pero conociéndolo ya la hubiera contactado y se hubiera asegurado de tenerla en el comité trabajando a su lado.

-Entonces a lo mejor era un simple chisme, probablemente.


Me perdí entonces… ¿Quién era esa joven becada de excelencia? ¿Existía realmente o sólo era un rumor como habían dicho las jóvenes? No lo sabía, pero algo dentro de mí me ponía nerviosa. Stephen Dawson no era el mimado que yo creía, probablemente tenía motivos que lo llevaran a actuar de aquella manera y más, de ser tan grosero conmigo cuando ni siquiera me conocía. De pronto vi cómo se levantaba la pizarra.

-Bien, hay que organizar unos grupos para asignar tareas-dijo seriamente Ashley- Todos los estudiantes se sortearán para ver en qué grupo trabajaran, esta vez los líderes de esos grupos serán los organizadores del años pasado.- y entonces sacó una especie de caja y depositó unas bolitas.-Bien cada uno sacará diez y el número que tenga es el número del estudiante de su grupo- Así, uno a uno seleccionó a su grupo, deseaba estar con Path o con Des, pero cuando ellas ya habían pasado me di cuenta que sería difícil. Llegó el turno de Stephen.

-… y por último el número 43… Julianne Rosevelt- Me miró con desprecio, desde luego, mi suerte no podía empeorar, bien, ya no diré nada…

Mis ocho compañeros de grupo y yo nos acercamos al joven pretencioso, algunos entusiasmados, otros temerosos y claro que unas casi babeando. Me sudaban las manos y sin poder más mis ojos se agacharon.

-Chicos a nosotros nos toca buscar la música para la fiesta de bienvenida, dentro de una semana. De hecho para esto es la organización. Así que hay que ponernos a trabajar, piensen en algo y el viernes a las seis nos vemos en el club vampiro para afinar detalles.- En el aula había pocos estudiantes, supuse que la mayoría estaría viendo lo de sus actividades. Me dirigí a recoger mi bolso que había dejado en mi asiento. Solamente quedaban dos alumnos más, Stephen y yo.

Su mirada penetrante me había traumatizado durante toda le reunión y para ser honestos también me había enfadado, quería sujetarlo del cuello y retorcérselo o mejor algo un poco más diplomático como gritarle ¿por qué me miras así? Pero sabía que sería bastante difícil llenarme de esa seguridad, así que mejor guardé las hojas en mi carpeta y con la mirada al piso me dirigí a la puerta, y por si tenía dudas de que el cielo me odiaba no las tuve más, ahí recargado en la puerta estaba aquél demonio guapísimo como Dios griego de mirada castigadora, entonces dejé salir la furia incontrolable que intentaba esconder...

-¿Me quieres decir por qué me miras así?- lo miré retadora....

-Simplemente porque te odio... te odio Julianne Rosevelt...- lo dijo sin dudar y con una expresión que no dejaba dudas. Sin saber el motivo me fui corriendo, huyendo de él, huyendo de sus palabras… Recorrí aquellos pasillos mientras mis ojos derramaban lágrimas.

domingo, 25 de abril de 2010

¿Ahora sí es amor? Cap 10


CAPÍTULO X
Cita y Detención



Más de dos semanas habían pasado de aquella noche. En la escuela me iba de maravilla, incluyendo las clases de música, que pese a la intención abierta de Stephen Dawson de humillarme, me gustaban mucho. La relación con los chicos era genial, no podía imaginarme en un mundo distinto, donde ellos no estuvieran.
Probablemente creí que todo iría como hasta ese entonces, donde la tranquilidad y la estabilidad eran los adjetivos perfectos para describir mi presente; pero ese miércoles el destino me tenía preparado algo que no esperaba…

Yo solía ser muy puntual, pero algo pasó y me levanté lo suficientemente tarde como para trastornar por completo mis compromisos del día. En la primera clase el maestro no me permitió la entrada y además me mandó a rectoría al área de “Detención”, siendo honestas esa práctica se me figuraba como de instituto, pero ni modo, tendría que acudir.

En las demás clases, supongo que por la misma predisposición negativa que traía, sentí como si todo me saliera mal y como si todos me atacaran; pero por fin había concluido. Cuando llegué a mi “cita”, me encontré sorprendentemente con alguien que no esperaba, aquél joven rebelde y sexy que conocí el primer día de clases, sí, Edward…

-Así que te has portado mal hermosa…- Seductoramente se acercó a mí, parecía un felino atacando a su presa, incluso la reacción de mi cuerpo me indicaba que corría peligro, sí, una reacción totalmente estúpida, pero mis piernas temblaron, y mi carpeta con apuntes resbaló de mis manos –Mmm, veo que no has cambiado nada, eso me da mucho gusto…- Se inclinó frente a mí, sin romper contacto con mi mirada.

-Gracias…

-Me resultas sumamente adorable cuando estás nerviosa, pero no quiero incomodarte-
Se sentó en una silla cerca de la mía, a tumbos me acomodé en ella, probablemente el nervio disminuiría- Y bien, ¿qué motivos tienes para estar aquí?

-Yo… yo… llegué tarde…-
Tartamudeando respondí, me resultaba imposible apartar mis ojos de los suyos, era como si me hubiera embrujado, me sentía totalmente a su merced…

-¿Sólo eso…? claro, tú tienes que ser buena, eso es más apetecible…- En el pasillo se escuchó un estruendo, así que los dos desviamos la mirada lo cual me permitió salir del acorralamiento en el que me tenía, me sentí un poco más relajada y por fin pude hablar coherentemente.

-¿Y tú? ¿Cuáles son los motivos que tienes para estar aquí?- Sonrió y miró hacia la ventana, su reacción me indicaba que lo que fuera que hubiera pasado, le causaba malestar y coraje…

-Digamos que tuve un altercado con el “rey” de la ciudad…- Su respuesta era sarcástica y me dio a entender que odiaba a la persona de la que hablaba.-Cree que me doblegaré a su anarquía, pero no, yo soy de los liberales…

-¿y sobre qué fue el altercado?

-Distintas formas de pensar, además de querer pisotearme siempre, su soberbia me tiene cansado, pero no quiero hablar de él contigo, no quiero perder nuestro tiempo así…-
Sonrió coquetamente, siendo honesta me abrumaba completamente su presencia, pero sólo por la fuerza de su personalidad, yo no me sentía atraída hacia él en otro sentido.

-¿Y de qué quieres hablar conmigo?

-De lo que harás este viernes por la noche…

-Ah… de eso…-
Comenzaba a ponerme nerviosa, sobre el giro que estaba dando nuestra conversación.

-Sí, de eso…- Se levantó de nuevo y jaló su silla para colocarla lo más cerca de la mía posible, se sentó y me miró de nuevo.

-Ammm… aún no tengo planes, pero supongo que saldré con mis amigos…

-Podemos cambiar lo del “aún no tengo planes” si quieres… claro si no temes salir
con un rebelde…


-No temo salir con un rebelde…- le dije firmemente, pero me arrepentí al momento pues eso sonaba comprometedor.

-Entonces ya está, te veo este viernes en el club vampiro… Nos vemos preciosa–Se despidió coquetamente y me dijo adiós con la mano…

-Oye… pero si estamos en detención…- le contesté preocupada…

-Sí, pero como ya te he dicho, no planeo vivir bajo el yugo del “Rey”, nos vemos pasado mañana preciosa…-Su sonrisa coqueta me dejó imposibilitada ante una réplica, y lo peor es que sin querer había quedado en una cita con él ¿Cómo demonios iba a salir de esto?

Todo mi día era una porquería y justo cuando creí que no podía irme peor, encontré una nota en mi casillero que decía:

“Julianne, como eres la primera en ir a detención de todo el salón, hemos decidido entre todos que tú serás la elegida para formar parte del comité de alumnos, así que hoy tienes que acudir al aula magna a las 3:00 pm lo sentimos Bella pero queremos que sepas que te queremos mucho. Erick”


No entendí mucho al respecto, según ellos, ¿acudir al comité de alumnos era un castigo por mi falta? Chequé mi reloj, y faltaban quince minutos, pero ahora que lo recordaba de todas los datos de la escuela jamás se me había ocurrido preguntarle a ninguno de mis amigos dónde se encontraba esa dichosa Aula.

Casi corriendo y con miedo a ocasionar algún percance por mi torpeza, pregunté a media escuela dónde se encontraba el aula, lástima que se encontrara casi al otro lado de Rectoría, logré cruzar la puerta del aula magna a las 3:02 justo para encontrarme con un par de ojos llenos de odio.

¿Ahora sí es amor? Cap 9


CAPÍTULO IX
Amigos



-¡Hey Juls!- el ensoñamiento al que la música de Stephen Dawson me había condenado dio fin con aquéllas dos simples palabras. Mi cuerpo entero se contrajo pese a saber de antemano que no había qué temer, incluso ahora me daba cuenta que aún no era del todo inmune a él, después de haberlo intentado todavía lo recordaba. No quería voltear, no quería afrontar lo que fuera que estuviera pasando.- ¿vas al club vampiro?- me dolía hasta respirar, me había prohibido recordarlo, pero justo ahora, luego de aquélla palabra los recuerdos inundaban mi mente, nublaban mi pensamiento, haciendo trizas todo lo avanzado.

Venían a mí cada uno de los momentos a la orilla de aquélla fría playa, dentro del bosque de Crazytown, de aquélla vida que hubiera deseado jamás haber conocido.-Julie… ¿te encuentras bien?- fue entonces cuando reaccioné, yo recordaba aquélla amable y fina voz, y traté de aferrarme a ese recuerdo para salir a la superficie de aquél mar lleno de dolor, salí pero aquélla sensación de muerte me poseyó. Volvía a ser ese ser endeble y frágil, lo detestaba, maldecía ser así, maldecía el momento en que Bryan Night se había cruzado en mi vida.- Julie…- como acto reflejo me abracé a aquél joven que estaba a mi lado, lo abracé y sin saber cómo, mis ojos comenzaron a derramar las lágrimas que conocían perfectamente los surcos de mi cara.

Alexander simplemente me abrazó, no dijo más nada, ahí en medio de la calle me dejó llorar, me dejó aliviar el dolor, como si con eso el veneno que me lastimaba fuera a salir completamente de mi cuerpo. Estuvimos un tiempo ahí, fue hasta que comencé a sentir que la gente me observaba que me separé lentamente de él- ¿te encuentras mejor?

-Sí, muchas gracias…


-No hay de qué…- Su sonrisa gentil cubrió por completo su rostro y me infundió una sensación de bienestar, sabía que intentaba influir en mi estado de ánimo y de alguna manera lo estaba haciendo.-Así que no es necesario preguntar cómo te fue con Stephen… mmm… esta vez se ha pasado de la raya por hacer llorar a una niña tan linda como tú…- Si, pese a tener la cara probablemente toda roja por el llanto, probablemente estaba alcanzando nuevas tonalidades.- ¡Qué encantadora…! Definitivamente Dawson recibirá su merecido…

-Pero Dawson no hizo nada… Ammm bueno, salvo intentar humillarme en público, pero eso me da igual…-
La plática con Alexander era bastante agradable, él era, sin duda alguna una buena persona, sobre todo por preocuparse por alguien desconocido.

-¿Cómo? ¿No estabas triste por tu clase?

-No… ¿tan malo puede ser Dawson?- Me resultaba extraño que Alexander pensara que el motivo de mi llanto era Stephen, tal vez lo que él pensaba no era que su amigo fuera malo, si no que yo era débil, claro que esto era verdad, sin duda alguna yo era una tonta demasiado endeble.

-Digamos que hay ocasiones en las que se siente lo suficientemente motivado para ser cruel, bien Julie, sea cual sean los motivos por los cuales estés deprimida, ten en cuenta una cosa, nadie jamás en el mundo tiene el poder para hacerte sentir mal, sólo tú misma… tú eres quien decide que las cosas te afecten o no…

-Gracias…

-No tienes nada qué agradecer, siempre que quieras estaré ahí para ti, no lo olvides…-
y sin más me volvió a abrazar, podía sentir emanar de él una muestra de cariño. No entendía los motivos de aquello, y comenzaba a sentirme tan bien pero un sentimiento incómodo se apoderó de mí. Yo era una maldita, sí, una maldita, pues aunque no sentía nada más que gratitud hacia Alexander, conocía los sentimientos de Patrice… sintiéndome incómoda, me separé lentamente de él…- ¿Quieres ir al club vampiro? ¿quieres platicar de algo? ¿quieres que te acompañe a casa? Haremos lo que tú quieras, ok Juls- ese mismo apodo de nuevo, me tensé instantáneamente, era una simple reacción, pues esta vez no iba a permitir que llegara a más, sin duda alguna Alexander se había percatado de ello…- Entiendo… discúlpame, nunca más te diré de esa manera ok Julie… perdóname- y me sonrió tímidamente mientras cerraba su ojo derecho.

-No Alexander, discúlpame tú, ¡Dios Santo soy tan patética!- Me volví a agarrar de él, fue como un sostén del cual podía sostenerme- Es que de esa manera me decía alguien a quien deseo olvidar…

-Ok, discúlpame, prometo nunca más volver a recordártelo, y no llores más… no te vez bonita cuando lloras- Y limpió mis necias lágrimas con sus fríos dedos, nunca había visto los rasgos de Alex, tenía unos profundos y tristes ojos caramelo, que traspasaban su piel morena, su boca era delgada, su sonrisa era gentil y amable, su nariz aguileña y pequeña, su cabello oscuro y lacio bien peinado enmarcaba a la perfección su rostro; pero había algo que no cuadraba con sus bellos rasgos, ahí debajo de sus ojos unas profundas ojeras (resultado, supuse de su amor a la música y de sus estudios), pese a eso, no podía negar que era un joven muy hermoso.

-Bien niña, esta vez no tomaré tu parecer, creo que lo conveniente es ir al club vampiro, te hace falta una buena dosis de la alegría de Sahara y Patrice- Noté como sus facciones se hacían más suaves, incluso más bellas cuando pronunciaba su nombre

-Pero no se te ocurra decirles cómo estuve…- hice uso del último esbozo de actuación que me quedaba e hice una expresión terrorífica.

-Sí, entiendo a lo que te refieres, estoy seguro de que degollarían a Stephen sin antes preguntar qué te puso mal, claro sólo para hacerte sentir mejor… así son, especialmente Patrice, que es muy receptiva…- Las comisuras de sus labios se alzaban, incluso el tono de su voz, que con tan sólo decir el nombre de mi amiga, se volvía más suave, meloso, parecía como si lo envolviera, podría pasar desapercibido por cualquiera, pero justo ahora que mi cuerpo entero le prestaba atención, era imposible para mí.

-Sí, lo sé, aunque hay ocasiones en las que se pasa de la raya y me hace sentir apenada…

-Pero sólo lo hace porque eres su amiga, desde que tú apareciste ella es más feliz-
Esta vez la mirada de aquél joven me atrapó, pude entender sin necesidad de una explicación de su parte el motivo por el que estaba ahora conmigo, por el cual en las afueras de la universidad me había hablado –hay veces en las que mi hermana por estar con Darren no puede acompañarla, y pese a su jovialidad y entusiasmo, Patrice tiene dificultades para hacer nuevos amigos, eso la hace ser muy triste…

-No te creo, ella debe tener millones de amigos, es bastante linda…

-Probablemente eso lo sepamos tú y yo, pero hay gente que no se toma el tiempo de averiguarlo, muchos incluso tienen miedo de ella, sólo porque es algo tímida al inicio e incluso reservada y su expresión nerviosa se muestra como de enfado, tuvo una experiencia desagradable al llegar aquí, supongo que eso la ha frustrado, por eso me siento bastante aliviado de que tú hayas aparecido, de que seas su amiga-
La mirada de gratitud con la que Alex me estaba viendo no dejaba espacio a especulaciones, claro estaba que aquél joven de mirada triste, al estar conmigo, en estos momentos, al abrazarme con aquella fuerza únicamente estaba asegurando el bienestar, la alegría y la sonrisa de Patrice, él se preocupaba tanto por ella, como si…- Sabes, Patrice es como un sol, que da vida, fuerza e ilumina todo lo que está a su alrededor… - No era como... no tenía dudas ahora, Alex estaba enamorado de Path…- hay, creo que desviamos un poco la conversación, el motivo principal, era que tú estabas triste…- de pronto volteó a verme, con un poco de pena y duda, supongo que pensó que mientras él hablaba de mi amiga, yo estaría al borde del suicidio o algo por el estilo.

-No te preocupes, incluso en conversación Path suele ser algo envolvente- pude notar cómo un leve sonrojo irradiaba en sus mejillas; el tiempo se había pasado, ya nos encontrábamos frente a una puerta antigua que conocía bastante bien. Realmente la presencia de Alex me había tranquilizado, podía sentirme de nuevo tranquila y feliz.

-Julie, comenzaba a preocuparme por ti, Stephen llegó desde hace un rato, así que supuse que tu clase ya había concluido… dame los por menores… -La ansiosa voz de Patrice me daba la bienvenida…

-Enana, dale un respiro, probablemente después de ir a la guerra necesite un poco de comida…- Ese era Darren, quien ahora me veía con un poco de lástima- no te preocupes, tu querido Darren irá a tu rescate- así se fue volando rumbo a la barra, sólo escuché cuando Sahara lo reprendía con un “Darren, es sólo una chica, no eres tú o yo”; Patrice, Alexander y yo nos quedamos en la mesa de siempre, estábamos riéndonos por nuestros amigos que peleaban por saber qué era lo mejor para alimentarme…

-Bueno, ¿me vas a contar qué tal te fue con mi hermano? Espera un momento… ¿por qué tienes los ojos hinchados?- ella me miraba con dureza, parecía como una advertencia de que probablemente por la noche habría un regaño. Pronto desvié mi mirada hacia Alex, quien me miraba con una mezcla de complicidad. Patrice siendo lo suficientemente perceptiva, desvió la mirada, pero antes de eso, pude sentir cómo su cuerpo se crispaba, probablemente tendría que platicarlo con ella más tarde, para que no hubiera malos entendidos.

-Dawson intentó intimidarme, pero eso ya lo sabíamos… digamos que en su intento quedamos empatados, estuve a punto de lanzar el tiro de gracia y ganarle, pero es bastante listo…- Le sonreí, pero me entristecí por completo al notar cómo sus ojos, pese a intentar ocultarlo, estaban llenos de tristeza. – Después me encontré con Alexander, camino aquí, me venía contando divertidas cosas sobre ti… - Ahora Alex era el que estaba tenso, pude sentir cómo los dos estaban nerviosos, Path ya no se mostraba triste, más bien estaba un poco apenada, me dieron bastante ternura, y me juré entonces que haría lo que estuviera en mis manos para ayudarlos a demostrarse su amor.

-Julie, aquí tienes… - Darren y Sahara habían traído comida para mí, era bastante: una rebanada de pastel de chocolate, una de zanahoria, una de pay de queso con zarzamora, un sándwich de pan integral, una malteada de fresa, un café, una hamburguesa, dos rebanadas de pizza, 3 empanadas, un refresco de cola, un zumo de naranja, una botella de agua y una ensalada.

- Pero… pero… ¿Por qué han traído tanta comida?


-Te lo dije Darren…- Esa era Sahara quien miraba con enojo al grandote del grupo, él estaba entristecido, se me figuró a un bebé enorme haciendo pucheros y no pude contener las carcajadas consecuentes a esto. Todos me miraron sorprendidos, y se unieron a mi risa, Patrice y Alexander se miraban tímidamente, Sahara había perdonado a Darren y este la sostenía entre sus brazos, todo estaba envuelto en una atmósfera de alegría, me sentía dichosa, probablemente esto era una muestra más de cómo el sol brilla con mayor potencia luego de la tempestad.

-¿Se puede saber por qué ríen así? Nos perturban saben…- esa sedosa voz, era bastante conocida ahora por mí, rápidamente volteé hacia él, pero su expresión confundida me ocasionó mayores arcadas de risa.

-Hay Stevie… ¿podrías tener un poco más de sentido del humor? – Darren palmeó el hombro de su hermano, mientras decía aquello.

-Sí Stephen, y no molestes a Julie ¿ok?-
sentenció Patrice

-Menos después de molestarla en clases…- Sahara

-Pero yo no he hecho nada…

-Más te vale no haber hecho nada…-
ese era Alexander, en esos momentos, yo estaba incontrolable, realmente toda la situación me estaba dando demasiada risa, y no podía controlarme.

-Rayos... ¿porqué todos están atacándome?-
el rostro aniñado de Stephen haciendo puchero era bastante parecido al de Darren, sólo que era más tierno y lindo. Jamás lo había visto comportarse de esa manera; probablemente era por el hecho de que no había convivido con él lo suficiente, o tal vez porque en mi fuero interno lo tenía como por un individuo pagado de sí mismo y ególatra amargado, pero esta nueva cara de Stephen me gustaba.

-Pobre Dawson, ya no lo ataquen, mejor ayúdenme con la comida para el regimiento que trajeron Desi y Darren…

-¿Desi? Qué lindo Julie, ahora quiero que todos me digan así…-
Sahara

-Gracias Julie, lo cierto es que tengo hambre…- sonrió Darren

-Deja primero que ella escoja qué comer, tú ya habías comido, aunque sabes ¿amor? a mí se me antojó la pizza de champiñones...- dijo pícaramente Sahara, ese par se alimentaba como si la comida fuera a desaparecer

-Tienes razón Amor, mi cuerpo enorme siempre tiene hambre…

Así, todos y en paz cenamos aquella noche; ahí, viéndolos comer, pelear, bromear y reírse, me sentí completamente dichosa. El día, había estado lleno de un montón de sentimientos encontrados; haberme topado con un ángel al piano fue la visión más hermosa que hasta ese entonces había visto, una visión que llena mis sentidos incluso ahora; fue el día que había vuelto a recordar a Bryan pudiéndome percatar del engaño que era su supuesto olvido. Había conocido a Alexander y los primeros matices de su amor por Patrice.

Ese día marcó el inicio de una vida distinta, una vida futura que estaba llena de esperanzas, llena de personas nuevas, una vida que yo ansiaba, una vida que se ponía en mis manos.

-Julie, nunca te había escuchado reír…-
La percepción de Path jamás me dejaba de sorprender.

-Es cierto…- Dijo Desi

-Y tienes una sonrisa muy linda…- Las palabras de Alex siempre me tomaban desprevenida y me intimidaban, me dio tanta pena que mis mejillas se enrojecieron…

-Justo como sus mejillas…- Path, tras las antiguas palabras de Alex no se había puesto triste, eso me alegraba profundamente.

-Y bien Hermanito, planeas disculparte con Julie por tus majaderías… ¿o me equivoco? Recuerda quién es el fuerte de la casa…- muy pagado de sí mismo sentenciaba Darren.

-Hay amor, mejor no digas nada…

-Sí, lo recuerdo bastante bien- decía Stephen, la comisura de sus labios se torcía hacia arriba, era un gesto bastante sutil como sensual “¡Cómo diablos piensas en lo sensual de Dawson!”, me grité a mí misma, mientras negaba con la cabeza intentando bloquear mis pensamientos.- y no, no pienso disculparme con alguien que me ha ofendido también…- la profundidad de la mirada de Stephen me sedujo, no entendía a qué se refería, incluso me daba miedo entenderlo… algo en mi interior me advertía que corría peligro, un peligro jamás antes experimentado.

La plática concluyó ahí, nos despedimos mientras Alexander y Stephen nos acompañaban a nuestras habitaciones. Patrice iba platicando en secreto con su hermano, mientras Alex y yo, sólo caminábamos, él decidió romper el silencio…

-Julie, por favor no le vayas a decir a Path de qué platicamos hoy…- él se notaba inseguro y temeroso, yo le sonreí para infundirle valor, pero no habló.

-No te preocupes, entiendo, muchas gracias por escucharme y dejarme llorar sin preguntar nada…

-No hay de qué, cuando quieras…

-Espero que no muy seguido…

-No quiero que pienses que esto lo hago sólo por ella-
volteó en dirección a mi amiga- quiero que realmente me veas como tu amigo, pues eso seremos, ¿ok?

-Claro amigo…-
los dos sonreímos en gesto de convenio, pronto Stephen desapareció y Patrice apareció detrás de nosotros, Alex nos dejó en la entrada del edificio. Por la mirada de mi amiga, podía suponer que la noche era joven.

¿Ahora sí es amor? Cap 8


CAPÍTULO VIII
Reto



Justo entonces reconocí el rostro que mi mente me incitaba a recordar, el ser que me había hecho sentir algo, Stephen Dawson. Me paralicé completamente pues su mirada me tomó desprevenida, no poseía el mismo gesto de superioridad de la mañana estaba conmocionado al igual que yo y a la vez podía verse un rastro de tristeza, pero ese momento duró muy poco y de nuevo la identidad de aquél odioso joven salió a flote.

-¿Con que ahora me espías?-
muy pagado de sí mismo y con una vanidosa sonrisa en su rostro, definitivamente el ángel que había visto se había esfumado, no entendía las razones de lo que estaba a punto de hacer, pero mis piernas cobraron vida propia y salí corriendo del aula de música tropezando con todas las cosas que se encontraban a mi paso. Corrí como si en ello se me fuera la vida y llegué a las afueras del bosque, me detuve cuando mis pies tropezaron consigo mismos llevándome al suelo. Algo se movió entre las ramas y fui consciente de la figura que se iba acercando a mí.

-¿Te encuentras bien?- Alexander extendió la mano y me ayudó a incorporarme –¿no te has hecho daño verdad?- Su expresión noble y sincera me dio indicios de que no habría por qué temer.

-No, muchas gracias… debo irme…

-Primero deberías tranquilizarte, estás algo alterada, parece que tu corazón va a sufrir un colapso, mira siéntate conmigo en la banca de ahí atrás, prometo no hacerte daño…- Sonrió y me sentí derretida con su luminosidad.

-Lamento haber interrumpido lo que parece es tu ensayo…- le dije apenada, él se acomodó de nuevo con su guitarra y tiró lo que parecían sus partituras para darme un poco de espacio para sentarme.

-No te preocupes… a veces hace falta distraernos un poco… parecía que hubieras visto un fantasma en la sala de música…

-Un fantasma no… un demonio…-
dije entre dientes

-¿Decías…?

-No… es sólo que he tenido un altercado con el rey del colegio

-Stephen Dawson…-
dijo él, para nada sorprendido.

-Sí… ese maldito bastardo… si piensa que estoy babeando por él se equivoca, una cosa es que admire su forma de interpretar en el piano y otra que lo admire a él, tendría que tener un cerebro de cacahuate para interesarme de alguna manera en él… lo detesto, lo odio… y quiso mostrar su sonrisita coqueta, ¿creía que me derretiría por él? Ni en su otra vida sucederá que Julianne Rosevelt, tenga alguna clase de preferencia amorosa por algún chico, mucho menos alguien como Stephen Dawson…-
Comencé a sentir cómo mi respiración se iba haciendo un poco más acompasada en cuanto sacaba a flote mi frustración, pero justo en ese momento fui consciente de con quién lo estaba haciendo y me puse inevitablemente como nerviosa- Disculpa… yo… este… es que estoy un poco enfadada…

-No te preocupes… cualquiera que tenga un encuentro con Stephen tiende a alterarse… yo ya me hice inmune a él, no por nada es mi mejor amigo…- ¡¡¡trágame tierra!!!- Sabes… debajo de la concha, es un buen tipo, ya qué… dudo mucho que tengas interés alguno en ser su amiga luego de que te sometiera a sus encantos, así que no te apures, le informaré lo que piensas de él… -me sonrió sinceramente, lamentaba haber hablado de más precisamente con su mejor amigo, pero algo ajeno a mí me decía que Alexander era de fiar. Me quedé sentada por un rato, en el que ninguno de los dos articuló palabra alguna, hasta que él rompió el silencio- ¿Supongo que tu clase comienza a las cinco verdad? Ya es hora de que te marches, no querrás tener más problemas con tu maestro… créemelo- sonrió penosamente.

-¿Más problemas con…?- Alexander se fue haciendo consciente de mi entendimiento seguramente por mi expresión, ahora había entendido las advertencias de Patrice sobre la clase de música con el maestro SD, Sin duda alguna era Stephen… por si fuera poco ahora tendría que soportarlo durante todo el semestre como mi maestro…- No hay problema, me daré de baja de su materia…

-Si me permites un consejo, no lo hagas. Una de las características de Stephen, es molestar a todo aquél que ve de alguna manera como alguien débil, si te das de baja, será su forma particular de demostrarle que te exaspera. Ve a clase, aprovecha lo buen intérprete que es y demuéstrale lo que me acabas de decir, así le darás una patada en el trasero, que espero le deje una lección.

Después de aquellas palabras, mi yo aceptó el reto y firmemente me dirigí de nuevo al aula de música. Sí, justo cuando escuché la voz del que hasta hace poco consideré un ángel, mi determinación vaciló, pero haciendo uso de lo que Alexander me acababa de decir, seguí caminando.

-Disculpe profesor… ¿puedo entrar?- Sí, quería morderme la lengua por tratarlo de la forma en la que no merecía.

-Por supuesto…- él me sonrió, sin duda alguna era consciente de que era yo la que había interrumpido su momento de soledad.- Veo que en esta ocasión hay más alumnos en la matrícula que en años pasados. Quiero darles las gracias por haberme escogido como su profesor, y a la vez lamento que lo hayan hecho, porque conmigo sus dedos sangrarán, su corazón sufrirá un paro cardiaco y les haré su vida lo más miserable posible, todo aquél que haya escogido esta clase por motivos banales como verme, entrar en el equipo de basquetbol, hacerse populares… sufrirá demasiado, no estoy aquí por ser una cara bonita, si no por el respeto y amor que le tengo a la música, así que dense de baja los que no estén dispuestos a dar un 200% de ustedes mismos –en ese momento me miró fijamente, desafiándome, obviamente no bajé mi mirada, yo también respetaba la música y quería aprender; él en respuesta torció su boca formando una sonrisa, al momento desvió su mirada-Cada día que vengan aquí deben demostrarme su talento, y desde hoy quiero decirles, que en este grupo, habrá lazos de amistad bastante estrechos, incluso serán clases fuera de lo normal, no tan estrictas, pero no por ello vamos a jugar, no somos alumnos de secundaria, y yo soy su maestro aquí, así que no se les olvide jamás; pueden hablarme de tú, PERO RESPETUOSAMENTE…

Pude haber admirado su expresión y forma de hablar, pero sabía que este reto, era un juego para él, y que me haría ver mi suerte en el semestre que acababa de comenzar.

-¿Quién es Julianne Rosevelt?- Sabía perfectamente que era yo… al parecer no quiso retrasar el momento de avergonzarme, podía ver el gozo de su expresión al notar mi mano extendida en el aire-¿Podrías decirme qué es lo que sabes tocar?- Su ceja izquierda se levantó en un gesto amenazador, y su sonrisa burlona se atisbaba en su expresión; sin duda alguna se veía sexy… ¡Oh por Dios…! Deja de pensar si se ve sexy o no tu enemigo, debes luchar…

-No es que sepa tocar perfectamente, pero sé algo de piano…- dije algo vacilante, sabía que inmediatamente intentaría ponerme en ridículo mandándome al piano, pero no importaba…

-¿Puedes darnos una muestra de lo que sabes hacer?- Me indicó con su mano que me sentara en el piano que se encontraba en el fondo del aula. Lentamente me dirigí al sitio, estruendosamente me senté en el banquillo, levanté mis manos y toqué. No recordaba con exactitud ninguna de las melodías que había aprendido con mi abuela, así que daba igual cuál intentara tocar, por ello escogí una canción que amo “Tristesse” de Chopin, conforme mi interpretación iba avanzando la desafinación iba mejorando.

Mis dedos fluían por lo ancho del piano, sentía como volaban y comencé a sentir una libertad que no había sentido en bastante tiempo, y para cuando llegué al final de la primera parte fuerte, me sentía dichosa, y estoy segura que mi rostro lo expresaba también pues cuando lo noté mis ojos estaban cerrados.

Justo a la mitad de la canción, escuché cómo las notas se hacían más consistentes y me percaté entonces que ya no estaba solamente yo tocando el piano, alguien más se había sentado a mi lado, y nuestra música fluía por todo el salón. Llenando inexplicablemente mi interior de un sentimiento de complemento inexplicable para mí.

Cuando las notas concluyeron, no pude no evitar voltear a verlo, él se encontraba sonriendo a algo que en aquél entonces yo no imaginaba, pronto volteó a verme y posteriormente como títere continuó la clase, poco fui consciente de lo demás, hasta que desperté del hipnotismo de la música de Stephen, camino al club vampiro para ver a todos…

¿Ahora sí es amor? Cap 7


Aclaración: para algunos capítulos algunas canciones de Yiruma me han inspirado, particularmente en este capítulo, mi personaje toca una que me imagino que es de él, su nombre es: ¿Do you?

CAPÍTULO VII
El pianista



-Es un odioso, lo odio, lo odio, lo odio… y que no se preocupe, no me atravesaré por su camino…- les dije en tono de berrinche a mis amigas. Les conté lo sucedido en mi primer día de escuela, se interesaron por lo de Edward, pero algo me dijo que no les dijera su nombre, y pude notar una mirada de complicidad al momento de contarles lo de la última clase. -¿Qué sucede?- Patrice agachó su mirada.

-Nada Julie, no te preocupes…

-Algo pasa Path, ¿dije algo malo?-
al ver que no contestaba me dirigí a Sahara – Saha… dime…

-Bueno Julie, por la descripción… amm… creo que se podría tratarse de Stephen.

-¿Stephen? ¿Y quién es ese…? Hay, les juro que me ha hecho pasar el peor momento de mi vida en mucho tiempo
- Justo entonces algo hizo “click” dentro de mí…

Ahora entendía cuál era la razón por la que me sentía tan extraña después de aquél odioso encuentro. Antes mi vida era normal, siempre luchando por pasar desapercibida, por ser del montón… sólo teniendo acceso a los sueños pues tenía miedo de la realidad.

Cuando conocí a… -mejor no pensar en el nombre, no era lo suficientemente fuerte aún- bueno, cuando lo conocí a él, mi mundo tuvo un punto sobre el cuál girar, todo era él; aún con miedo quise vivir de algo real y no sólo de la fantasía, aprendí a confiar en mí, dentro de mis propias limitaciones.

Cuando desapareció me sentía como un planeta girando en torno a la nada, todo lo que pasaba a mi alrededor no tenía sentido y no me preocupaba, nada me alteraba: ni la alegría, ni la tristeza, todo a mi alrededor era insustancial para mí…

Pero al llegar a Flowerville, me empeñé en que todo fuera distinto, ya no quería ser aquél zombi que se movía por costumbre, deseaba vivir por primera vez valiéndome de mí misma y no de los demás, y mi intento estaba teniendo frutos: los sentimientos me embargaban y podía sentir alegría de nuevo…

Con aquél chico pasó algo que no esperaba, incluso si sentía el más profundo odio, me hizo sentir algo y muy fuerte; me volvió a la vida y me convertí de nuevo en un ser vulnerable de sus propios sentimientos, fue como si en medio de un paro cardiaco alguien aplicara electricidad y volviera a la vida. No pude evitar no sonreír, gracias a Dios ni Saha ni Path se dieron cuenta, si no me estarían bombardeando con preguntas y la que quería hacer eso era yo, quería obtener información sobre aquél chico odioso. –Contéstenme, déjense de estar mirando y abran la boca…

-Bueno Julie, es que él es mi primo, aunque creo que somos más que eso, somos hermanos…- dijo Patrice con la cabeza gacha y algo triste.

-Pero si no se parecen…- aún seguía procesando aquella información en mi cerebro. Patrice y Stephen parientes, era una fórmula incomprensible en mi cabeza.

-Bueno… Mis padres lo adoptaron desde que tenía siete años, pero yo lo quiero como mi hermano mayor…- Pude sentir cómo la tristeza se hacía omnipresente en aquél momento.

-Discúlpame por haberme expresado así de él… ¿me perdonas?- La miré con duda a los ojos, no quería que nuestra amistad se arruinara por aquello.

-¿Estás tontita? No tengo nada que perdonarte, conozco a Stephen y sé que es medio odioso en ocasiones, de hecho yo misma soy odiosa en ocasiones; te pido una disculpa a su nombre y por favor, viendo que somos amigas, me atreveré a pedirte una cosa más, no lo juzgues por favor, sé que no es una excusa, pero ha sufrido mucho y su comportamiento es una máscara, no te pido que lo trates ni que le hables, sólo que no lo odies, recuerda que la primera impresión no siempre es la más acertada.- Al momento sonrió y de pronto cambiamos de tema. La noche llegó a su fin entre plática, risas y pizza. Pronto cada una se fue a su cuarto a dormir.

Aquél día había estado de lo más ajetreado, pero sin importar nada más, seguía preguntándome los motivos de aquella mirada, Stephen me parecía un chico enigmático, quería conocerlo y saber cuáles eran las razones para que se convirtiera en lo que era, quería que en algún momento sus ojos reflejaran alegría y de su boca saliera una sonrisa en vez de aquél gesto de amargura. Y con eso me fui a dormir, pensando en aquél joven y esperando las pesadillas que no llegaron.

A la mañana siguiente todo pasó normal, mis clases eran pesadas pero era lo que más me gustaba así que las disfrutaba al máximo. La comida a lado de mis amigas a la que se unió Ren había sido muy graciosa. Pronto todos se fueron a sus clases y nos pusimos de acuerdo para ir a cenar al club vampiro.

Al salir al campus sentí un aire que me erizó los vellos de los brazos, así que antes de ir a mi clase de música fui a mi dormitorio por una chaqueta. Aún faltaba una hora y me sentía algo tensa, así que decidí tomar una ducha, me relajé al momento que el agua caliente hizo contacto con mi piel. Sequé mi cabello, me puse unos jeans, una blusa de manga corta, tennis y mi chaqueta vieja que tanto amaba. Tomé mi bolso y salí. Caminé disfrutando de aquél hermoso paisaje y respirando el aire fresco de principios de otoño.

Pronto llegué al aula, seguía faltando tiempo para la clase pero como no había nadie decidí entrar al salón. Justo cuando iba a girar la perilla de la puerta una música invadió mis oídos. Tenía un comienzo lento y tierno, cada nota me llenaba de emoción, transmitían muchísimos sentimientos: esperanza, dulzura, calidez y sobre todo amor.

Cerré los ojos espontáneamente y dejé que las notas fluyeran dentro de mí, seguía parada afuera del aula sujetando la perilla de la puerta, pero no me importó nada, quería que la música llegara a mis oídos y que jamás se detuviese. Pronto las notas disminuyeron la intensidad y concluyeron en una nota final que retumbó en mis oídos, inmediatamente abrí los ojos y me percaté de las lágrimas que habían surcado mi rostro.

Luego de tantas lágrimas derramadas durante los últimos meses, celebraba las de ahora, ya que por primera vez estaba llorando no de tristeza o dolor, era porque me parecía hermoso que una persona pudiera expresar tanto con la música, moría de ganas por saber quién era aquél intérprete y quería saber quién era el compositor de aquellas hermosas notas.

Se me hacía extraño que aún siendo 5 minutos para la clase nadie estuviera ahí afuera, y por miedo a que ya hubieran pasado, giré la perilla y entré.

El aula era bastante grande, con muchos instrumentos por todos lados, desde guitarras, violines, flautas, trompetas, saxofones… Pero lo más imponente de aquél sitio era un hermoso piano de cola negro situado al fondo del salón, ahí en el banquillo estaba la visión más maravillosa del universo entero, un ángel…

No podía distinguirle bien desde los cinco metros que nos separaban, ni podía identificar cada uno de sus rasgos pues los tenues rayos de sol que aún se colaban por la ventana al chocar contra su piel, la irradiaban, llenando a aquél joven de una belleza sobrenatural.

Tenía la cabeza agachada hacia la última tecla de aquél piano que aún sujetaban sus delicadas manos; sus ojos cerrados le otorgaban a su rostro un semblante lleno de paz.

Justo en aquél momento algo cambio en mi interior, fue como si toda mi vida hubiera sido sólo una caja de rompecabezas y ahora las piezas encajaban, fue un sentimiento furioso y desgarrador, algo había despertado dentro de mí…

Pronto mis ojos comenzaron a anegarse en lágrimas, podía sentir tanto amor en aquél lugar que en mi interior fluía una mezcla confusa entre la duda, admiración e interés de conocer a aquél joven.
Sequé mis lágrimas, después de todo, pronto el crepúsculo de aquella tarde daría paso a la oscuridad de la noche y la visión se borraría, y no valía la pena empañarla debía disfrutar todo lo que durara.

De pronto aquél joven sonrió, aún con los ojos cerrados; la luz se intensificó y aquella visión se hizo mucho más hipnotizante. El embeleso se apoderaba de mi voluntad, no podía hacer otra cosa que no fuera mirarlo, bajé la vista hacia sus manos y entonces me percate de cómo las notas de aquél instrumento eran bañadas por unas gruesas lágrimas. Pensé en acercarme, tal vez reconfortarlo con algún abrazo, pero ¿y si desaparecía? Continuaba debatiéndome en dar aquél primer paso pero aquella lucha interna concluyó al momento en que sus manos limpian el surco de las lágrimas y su boca se ensanchó en una sincera sonrisa.

Sin esperármelo, sus ojos se abrieron de par en par, la luz siguió colándose y me permitió reconocer algunos rasgos en mi memoria a pesar de que no sabía de quién eran y siendo honestos no quise profundizar, no si lo tenía justo en frente de mí; la duda recorrió todo mi cuerpo y como si hubiera pronunciado claramente su nombre volteó hacia donde me encontraba…

El tiempo se detuvo en ese momento, sólo estábamos él y yo, en aquella aula de magia, de amor…

¿Ahora sí es amor? Cap 6


CAPÍTULO VI
Primera impresión



El domingo por fin había acabado… probablemente se debía a la emoción y nervios pues al otro día era el primero en la escuela, además de que el tiempo con Patrice pasaba demasiado rápido. Muy temprano, mi querida amiga, me había despertado emocionada pues Sahara había llamado y nos llevaría a la ciudad.

Si hasta esta mañana creía que había visto el lado más temible de Patrice se había acabado en el momento de llegar al centro comercial… Parecía una pequeña niña pasando a todas las tiendas que se le cruzaban de lado, corriendo a las que anunciaban ofertas y midiéndose todo lo que, según las etiquetas, eran de la nueva temporada; para al final no comprar más que un conjunto. Y lo peor del caso es que yo ni contaba con el apoyo de Sahara, pues las compras la volvían igual de loca.

Esta vez me impuse y no dejé que me influenciaran a comprar todo lo que pretendían que compraran, aunque yo no hubiera querido comprar nada. Salí del centro comercial con un conjunto nuevo y un gran frapuccino del “Diary King” que me compró Darren al alcanzarnos a la hora de la comida.

Estaba molida por el día, así que decidí tomar una ducha, preparé mi neceser de aseo, y saqué el pants negro que le había robado a Annie antes de venirme, al momento de verlo me entró la nostalgia y quise teletransportarme a Crazytown para abrazarla, pero paré ahí antes de que mi mente trajera otros pensamientos. Me di mi tiempo en el baño, dejando que el agua caliente destensara mis músculos, cuando estuve segura de que ya estaba relajada salí de la ducha y me vestí.

Era aún temprano y no se me apetecía ver la tv, así que salí con mi ejemplar de “Eclipse”, es más tan entusiasmada por mi plan estaba que ni siquiera me había cepillado el pelo, al fin y al cabo ¿qué más daba…?

Sabía perfectamente a dónde quería ir… Desde mi ventana había vislumbrado el sitio, justo donde el bosque comenzaba… Me tiré en el pasto y leí durante un buen rato. Cuando la luz no era tan fuerte ya, decidí recostarme sin hacer nada más. Aquél lugar, aquél bosque era tan hermoso; lleno de luz y vida, nada que ver con los de Crazytown, que expresaban la frialdad de aquél pueblo…

Cerré los ojos y dejé que los últimos rayos del sol me bañaran sintiéndome tan bien y haciendo que todo desapareciera por algunos momentos, no fui ni siquiera consciente del paso del tiempo pues cuando abrí los ojos ya estaba muy oscuro. Tomé mi libro y caminé de nuevo hacia los dormitorios, antes de entrar eché una mirada al cielo, la luna llena estaba reinando en la oscuridad, con su luz esplendorosa, la miré por unos momentos más y no pude evitar sentirme dichosa y sonreí…

Respiré profundamente mientras cerraba los ojos, avancé un paso pero entonces oí un crujido proveniente del bosque, de inmediato abrí los ojos, volteé y traspasé la penumbra con la mirada pero sin ningún resultado. Decidí que probablemente era algún animal, me fui a mi cuarto sintiéndome tan ligera como desde hacía mucho no pasaba, me puse el pijama y me dormí esperando que las pesadillas aparecieran, pero esa noche no fue así.

Una luz cegadora me despertó, un día más estaba comenzando y era tan esperanzador ver el sol colarse por la ventana… Sonreí ante la perspectiva de mi primer día de clases en la universidad y esto me gustó. Me cambié rápido y me dirigí nerviosa ante lo que me esperaba.

Antes de llegar al edificio de mi facultad respiré y recordé la frase que papá me decía cuando tenía nervios “Calma… nadie te va a morder.” De nuevo sonreí y me preparé para lo que sea que pudiera pasar, bueno eso creía yo.

Caminé hacia unas mesas, ya que encima de ellas había una lona que decía “Alumnos de nuevo ingreso”, allí me atendieron unos chicos que supuse eran de último grado, me dieron algunas carpetas con información sobre la escuela y lo más importante de todo: mi horario.

Realmente no estaba nada pesado, la primera clase era a las 8 y salía a las 3 de la tarde siempre, sólo los lunes – y por ende hoy- tenía una clase por la tarde, a las 6. Además de mis clases regulares, debía escoger una materia libre. Iba tan distraída, pensando en los pros y contra de deportes, teatro, música, danza, pintura… que no fui consciente de que las hojas de la carpeta se iban resbalando, y cuando lo hice, al querer evitar que cayeran me tropecé con una piedra que estaba delante de mí.

¿¡Por qué no…!? ¡Mi torpeza haciendo gala de presencia! Estaba tirada, en el suelo, con las manos y rodillas apoyadas en él, ante la vergüenza no pude evitar agachar la cabeza, a estas alturas estaría roja, justo cuando iba a levantarme del suelo, vislumbré una fuerte mano morena que me ofrecía su ayuda. Era un chico bastante apuesto, de cabellos a las orejas y oscuro, bastante delgado y de altura promedio, vestía con una chaqueta negra y unos jeans oscuros, miré su rostro y sí, quise desmallarme de tenerlo tan cerca, ¡Por Dios santo… estaba guapísimo! Llevaba una ligera barba, un poco menos tupida que la de Darren, su boca era surcaba por una sexy sonrisa, pero cuando llegué a sus ojos caoba, me perdí…

-Hola…- no le contesté, no podía encontrar mi voz ante el espasmo que me ocasionó verlo.- No me digas que eres muda…- su mirada se tornó burlona, y esto de alguna manera me dio confianza

-Hola…

-Vaya, sí puedes hablar… parecía que venías muy concentrada cuando te caíste… no te apenes, a todos nos puede pasar… ¿Y puedo saber cuál es tu nombre?- cielo santo, se veía tan tranquilo, y pese a su look algo rebelde y de chico malo supe que era alguien agradable, y debía confiar en mi instinto pues no se había equivocado con Patrice.

-Me… me llamo Julie… Julianne…- El sonrió y tiempo después se agachó a recoger mis cosas.

-Bueno Julie, fue todo un gusto… espero encontrarte pronto…- después se dio la vuelta y antes siquiera de reaccionar que no le había dado las gracias y que no me había dicho su nombre, el se dio la vuelta a tiempo para gritar- Yo soy Edward - sonrió y se alejó. Toda nerviosa corrí al salón.

El día entero fue muy tranquilo ya que no habíamos tenido en sí clases pues los maestros nos presentaban los contenidos y además la forma en la que trabajaríamos en el año. Yo estuve la mayoría del tiempo en la luna, ya que sin querer estaba pensando en ese chico rebelde.

A medio día se habían interrumpido las actividades, pues el rector daría el discurso de bienvenida en el gimnasio universitario con todas las facultades, ahí busqué a Patrice y me senté con ella. Todo había estado muy bien, pero debía anotarme cuanto antes en la materia libre.

Ya había estado pensando en cuál, y como los recuerdos de mi abuela en el piano me embargaron así como el hecho de que no me vería en la vergonzosa situación de exponer mi torpeza ante los demás. Caminé rumbo a la pizarra y me percaté que había pocos inscritos en música, eso no me importó y escribí mi nombre.

El tiempo había pasado volando, pero ya era mi última clase del día, así que me sentía emocionada. Corrí hacia allá y de repente choqué contra algo. Todo pasó en ese momento. Sentí como volaba por los aires y como retachaba en el suelo. Sólo me di cuenta de que estaba tirada pues sentí las miradas de todos sobre mí. Volteé a ver la razón de mi caída y me di cuenta que más allá estaba una figura de espaldas. No podía adivinar a bien si era mujer u hombre. Una chica de amable rostro me tendió la mano y me ayudó a pararme.

-¿Te encuentras bien?-
me preguntó aquella chica. Realmente yo estaba acostumbrada a caerme, desde pequeña al parecer había desarrollado la “habilidad” para ser torpe.

-Sí…-
le contesté, y al tiempo de devolví una sonrisa- muchas gracias por ayudarme…- corrí hacia la persona contra la que había chocado –Disculpa, venía distraída, ¿no te he lastimado?

De pronto y sin explicación alguna todo cambió… Recuerdo como me miraron aquellos ojos color plata llenos de furia, ira y odio. Yo jamás había visto un rostro como aquél, blanco, con una nariz perfecta digna de cualquier modelo, su piel se notaba suave y de no haber sido por aquella mirada hubiera intentado tocarlo para saber si era real; su cabellos alborotados saliendo de una gorra; su imagen se me figuraba más a la de un ángel que a la de un ser humano. Sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo, era como si de pronto me hubieran inyectado una especie de paralizante, me faltaba el aire, mi corazón se agolpaba en el pecho y no podía entender cuál era la razón de todo aquello. De pronto sus ojos cambiaron y en ellos pude vislumbrar un atisbo de preocupación.

Me sujetó con sus fuertes manos por los hombros, al percatarse de aquél mareo.

-¿Tú eres la que te encuentras bien?-
me dijo con un tono autoritario y rencoroso; pero a pesar del tono, su voz era dulce y hermosa.

-Sí…- no supe de dónde había sacado la fuerza necesaria para contestar. Me sentía intimidada y no podía entender por qué aquél odioso sujeto me ponía de esa forma. Pronto me soltó de una manera fuerte y grosera, incluso pareció como si me hubiera empujado, mi cara en estos momentos estoy segura que no tendría color, tenía miedo, un sentimiento extraño pues no había razón para tenerlo.

-Bien, a la próxima fíjate por dónde andas y no te vuelvas a cruzar en mi camino- Me dijo mientras se alejaba. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, me dolió su actitud… Pero soy fuerte y él era un desconocido, así que respiré profundamente y sequé aquellas lágrimas antes de que salieran de mis ojos.

Sonreí a aquella chica que me había ayudado y que seguía ahí y juntas nos dirigimos al aula. Platicamos de cosas insustanciales y me dijo que se llamaba Christian, y que tomaría sólo esa clase conmigo pues estudiaba Odontología. La clase pasó, estuvo interesante y estoy segura de que la hubiera disfrutado de no haber sido por que por mi cabeza rondaba la imagen de aquél sujeto de actitud altanera y prepotente y aquella mirada adolorida que me dirigió antes de irse. No entendía por qué, pero al parecer luego de aquél suceso nada volvería a ser como antes.