Amantes de la noche...

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domingo, 25 de abril de 2010

¿Ahora sí es amor? Cap 8


CAPÍTULO VIII
Reto



Justo entonces reconocí el rostro que mi mente me incitaba a recordar, el ser que me había hecho sentir algo, Stephen Dawson. Me paralicé completamente pues su mirada me tomó desprevenida, no poseía el mismo gesto de superioridad de la mañana estaba conmocionado al igual que yo y a la vez podía verse un rastro de tristeza, pero ese momento duró muy poco y de nuevo la identidad de aquél odioso joven salió a flote.

-¿Con que ahora me espías?-
muy pagado de sí mismo y con una vanidosa sonrisa en su rostro, definitivamente el ángel que había visto se había esfumado, no entendía las razones de lo que estaba a punto de hacer, pero mis piernas cobraron vida propia y salí corriendo del aula de música tropezando con todas las cosas que se encontraban a mi paso. Corrí como si en ello se me fuera la vida y llegué a las afueras del bosque, me detuve cuando mis pies tropezaron consigo mismos llevándome al suelo. Algo se movió entre las ramas y fui consciente de la figura que se iba acercando a mí.

-¿Te encuentras bien?- Alexander extendió la mano y me ayudó a incorporarme –¿no te has hecho daño verdad?- Su expresión noble y sincera me dio indicios de que no habría por qué temer.

-No, muchas gracias… debo irme…

-Primero deberías tranquilizarte, estás algo alterada, parece que tu corazón va a sufrir un colapso, mira siéntate conmigo en la banca de ahí atrás, prometo no hacerte daño…- Sonrió y me sentí derretida con su luminosidad.

-Lamento haber interrumpido lo que parece es tu ensayo…- le dije apenada, él se acomodó de nuevo con su guitarra y tiró lo que parecían sus partituras para darme un poco de espacio para sentarme.

-No te preocupes… a veces hace falta distraernos un poco… parecía que hubieras visto un fantasma en la sala de música…

-Un fantasma no… un demonio…-
dije entre dientes

-¿Decías…?

-No… es sólo que he tenido un altercado con el rey del colegio

-Stephen Dawson…-
dijo él, para nada sorprendido.

-Sí… ese maldito bastardo… si piensa que estoy babeando por él se equivoca, una cosa es que admire su forma de interpretar en el piano y otra que lo admire a él, tendría que tener un cerebro de cacahuate para interesarme de alguna manera en él… lo detesto, lo odio… y quiso mostrar su sonrisita coqueta, ¿creía que me derretiría por él? Ni en su otra vida sucederá que Julianne Rosevelt, tenga alguna clase de preferencia amorosa por algún chico, mucho menos alguien como Stephen Dawson…-
Comencé a sentir cómo mi respiración se iba haciendo un poco más acompasada en cuanto sacaba a flote mi frustración, pero justo en ese momento fui consciente de con quién lo estaba haciendo y me puse inevitablemente como nerviosa- Disculpa… yo… este… es que estoy un poco enfadada…

-No te preocupes… cualquiera que tenga un encuentro con Stephen tiende a alterarse… yo ya me hice inmune a él, no por nada es mi mejor amigo…- ¡¡¡trágame tierra!!!- Sabes… debajo de la concha, es un buen tipo, ya qué… dudo mucho que tengas interés alguno en ser su amiga luego de que te sometiera a sus encantos, así que no te apures, le informaré lo que piensas de él… -me sonrió sinceramente, lamentaba haber hablado de más precisamente con su mejor amigo, pero algo ajeno a mí me decía que Alexander era de fiar. Me quedé sentada por un rato, en el que ninguno de los dos articuló palabra alguna, hasta que él rompió el silencio- ¿Supongo que tu clase comienza a las cinco verdad? Ya es hora de que te marches, no querrás tener más problemas con tu maestro… créemelo- sonrió penosamente.

-¿Más problemas con…?- Alexander se fue haciendo consciente de mi entendimiento seguramente por mi expresión, ahora había entendido las advertencias de Patrice sobre la clase de música con el maestro SD, Sin duda alguna era Stephen… por si fuera poco ahora tendría que soportarlo durante todo el semestre como mi maestro…- No hay problema, me daré de baja de su materia…

-Si me permites un consejo, no lo hagas. Una de las características de Stephen, es molestar a todo aquél que ve de alguna manera como alguien débil, si te das de baja, será su forma particular de demostrarle que te exaspera. Ve a clase, aprovecha lo buen intérprete que es y demuéstrale lo que me acabas de decir, así le darás una patada en el trasero, que espero le deje una lección.

Después de aquellas palabras, mi yo aceptó el reto y firmemente me dirigí de nuevo al aula de música. Sí, justo cuando escuché la voz del que hasta hace poco consideré un ángel, mi determinación vaciló, pero haciendo uso de lo que Alexander me acababa de decir, seguí caminando.

-Disculpe profesor… ¿puedo entrar?- Sí, quería morderme la lengua por tratarlo de la forma en la que no merecía.

-Por supuesto…- él me sonrió, sin duda alguna era consciente de que era yo la que había interrumpido su momento de soledad.- Veo que en esta ocasión hay más alumnos en la matrícula que en años pasados. Quiero darles las gracias por haberme escogido como su profesor, y a la vez lamento que lo hayan hecho, porque conmigo sus dedos sangrarán, su corazón sufrirá un paro cardiaco y les haré su vida lo más miserable posible, todo aquél que haya escogido esta clase por motivos banales como verme, entrar en el equipo de basquetbol, hacerse populares… sufrirá demasiado, no estoy aquí por ser una cara bonita, si no por el respeto y amor que le tengo a la música, así que dense de baja los que no estén dispuestos a dar un 200% de ustedes mismos –en ese momento me miró fijamente, desafiándome, obviamente no bajé mi mirada, yo también respetaba la música y quería aprender; él en respuesta torció su boca formando una sonrisa, al momento desvió su mirada-Cada día que vengan aquí deben demostrarme su talento, y desde hoy quiero decirles, que en este grupo, habrá lazos de amistad bastante estrechos, incluso serán clases fuera de lo normal, no tan estrictas, pero no por ello vamos a jugar, no somos alumnos de secundaria, y yo soy su maestro aquí, así que no se les olvide jamás; pueden hablarme de tú, PERO RESPETUOSAMENTE…

Pude haber admirado su expresión y forma de hablar, pero sabía que este reto, era un juego para él, y que me haría ver mi suerte en el semestre que acababa de comenzar.

-¿Quién es Julianne Rosevelt?- Sabía perfectamente que era yo… al parecer no quiso retrasar el momento de avergonzarme, podía ver el gozo de su expresión al notar mi mano extendida en el aire-¿Podrías decirme qué es lo que sabes tocar?- Su ceja izquierda se levantó en un gesto amenazador, y su sonrisa burlona se atisbaba en su expresión; sin duda alguna se veía sexy… ¡Oh por Dios…! Deja de pensar si se ve sexy o no tu enemigo, debes luchar…

-No es que sepa tocar perfectamente, pero sé algo de piano…- dije algo vacilante, sabía que inmediatamente intentaría ponerme en ridículo mandándome al piano, pero no importaba…

-¿Puedes darnos una muestra de lo que sabes hacer?- Me indicó con su mano que me sentara en el piano que se encontraba en el fondo del aula. Lentamente me dirigí al sitio, estruendosamente me senté en el banquillo, levanté mis manos y toqué. No recordaba con exactitud ninguna de las melodías que había aprendido con mi abuela, así que daba igual cuál intentara tocar, por ello escogí una canción que amo “Tristesse” de Chopin, conforme mi interpretación iba avanzando la desafinación iba mejorando.

Mis dedos fluían por lo ancho del piano, sentía como volaban y comencé a sentir una libertad que no había sentido en bastante tiempo, y para cuando llegué al final de la primera parte fuerte, me sentía dichosa, y estoy segura que mi rostro lo expresaba también pues cuando lo noté mis ojos estaban cerrados.

Justo a la mitad de la canción, escuché cómo las notas se hacían más consistentes y me percaté entonces que ya no estaba solamente yo tocando el piano, alguien más se había sentado a mi lado, y nuestra música fluía por todo el salón. Llenando inexplicablemente mi interior de un sentimiento de complemento inexplicable para mí.

Cuando las notas concluyeron, no pude no evitar voltear a verlo, él se encontraba sonriendo a algo que en aquél entonces yo no imaginaba, pronto volteó a verme y posteriormente como títere continuó la clase, poco fui consciente de lo demás, hasta que desperté del hipnotismo de la música de Stephen, camino al club vampiro para ver a todos…

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