Amantes de la noche...

Bienvenidos al sitio de la dama de la noche eterna, aquí encontrarán lecturas y poemas dedicados a mi ángel prohibido, un saludo y bienvenidos...


domingo, 25 de abril de 2010

¿Ahora sí es amor? Cap 6


CAPÍTULO VI
Primera impresión



El domingo por fin había acabado… probablemente se debía a la emoción y nervios pues al otro día era el primero en la escuela, además de que el tiempo con Patrice pasaba demasiado rápido. Muy temprano, mi querida amiga, me había despertado emocionada pues Sahara había llamado y nos llevaría a la ciudad.

Si hasta esta mañana creía que había visto el lado más temible de Patrice se había acabado en el momento de llegar al centro comercial… Parecía una pequeña niña pasando a todas las tiendas que se le cruzaban de lado, corriendo a las que anunciaban ofertas y midiéndose todo lo que, según las etiquetas, eran de la nueva temporada; para al final no comprar más que un conjunto. Y lo peor del caso es que yo ni contaba con el apoyo de Sahara, pues las compras la volvían igual de loca.

Esta vez me impuse y no dejé que me influenciaran a comprar todo lo que pretendían que compraran, aunque yo no hubiera querido comprar nada. Salí del centro comercial con un conjunto nuevo y un gran frapuccino del “Diary King” que me compró Darren al alcanzarnos a la hora de la comida.

Estaba molida por el día, así que decidí tomar una ducha, preparé mi neceser de aseo, y saqué el pants negro que le había robado a Annie antes de venirme, al momento de verlo me entró la nostalgia y quise teletransportarme a Crazytown para abrazarla, pero paré ahí antes de que mi mente trajera otros pensamientos. Me di mi tiempo en el baño, dejando que el agua caliente destensara mis músculos, cuando estuve segura de que ya estaba relajada salí de la ducha y me vestí.

Era aún temprano y no se me apetecía ver la tv, así que salí con mi ejemplar de “Eclipse”, es más tan entusiasmada por mi plan estaba que ni siquiera me había cepillado el pelo, al fin y al cabo ¿qué más daba…?

Sabía perfectamente a dónde quería ir… Desde mi ventana había vislumbrado el sitio, justo donde el bosque comenzaba… Me tiré en el pasto y leí durante un buen rato. Cuando la luz no era tan fuerte ya, decidí recostarme sin hacer nada más. Aquél lugar, aquél bosque era tan hermoso; lleno de luz y vida, nada que ver con los de Crazytown, que expresaban la frialdad de aquél pueblo…

Cerré los ojos y dejé que los últimos rayos del sol me bañaran sintiéndome tan bien y haciendo que todo desapareciera por algunos momentos, no fui ni siquiera consciente del paso del tiempo pues cuando abrí los ojos ya estaba muy oscuro. Tomé mi libro y caminé de nuevo hacia los dormitorios, antes de entrar eché una mirada al cielo, la luna llena estaba reinando en la oscuridad, con su luz esplendorosa, la miré por unos momentos más y no pude evitar sentirme dichosa y sonreí…

Respiré profundamente mientras cerraba los ojos, avancé un paso pero entonces oí un crujido proveniente del bosque, de inmediato abrí los ojos, volteé y traspasé la penumbra con la mirada pero sin ningún resultado. Decidí que probablemente era algún animal, me fui a mi cuarto sintiéndome tan ligera como desde hacía mucho no pasaba, me puse el pijama y me dormí esperando que las pesadillas aparecieran, pero esa noche no fue así.

Una luz cegadora me despertó, un día más estaba comenzando y era tan esperanzador ver el sol colarse por la ventana… Sonreí ante la perspectiva de mi primer día de clases en la universidad y esto me gustó. Me cambié rápido y me dirigí nerviosa ante lo que me esperaba.

Antes de llegar al edificio de mi facultad respiré y recordé la frase que papá me decía cuando tenía nervios “Calma… nadie te va a morder.” De nuevo sonreí y me preparé para lo que sea que pudiera pasar, bueno eso creía yo.

Caminé hacia unas mesas, ya que encima de ellas había una lona que decía “Alumnos de nuevo ingreso”, allí me atendieron unos chicos que supuse eran de último grado, me dieron algunas carpetas con información sobre la escuela y lo más importante de todo: mi horario.

Realmente no estaba nada pesado, la primera clase era a las 8 y salía a las 3 de la tarde siempre, sólo los lunes – y por ende hoy- tenía una clase por la tarde, a las 6. Además de mis clases regulares, debía escoger una materia libre. Iba tan distraída, pensando en los pros y contra de deportes, teatro, música, danza, pintura… que no fui consciente de que las hojas de la carpeta se iban resbalando, y cuando lo hice, al querer evitar que cayeran me tropecé con una piedra que estaba delante de mí.

¿¡Por qué no…!? ¡Mi torpeza haciendo gala de presencia! Estaba tirada, en el suelo, con las manos y rodillas apoyadas en él, ante la vergüenza no pude evitar agachar la cabeza, a estas alturas estaría roja, justo cuando iba a levantarme del suelo, vislumbré una fuerte mano morena que me ofrecía su ayuda. Era un chico bastante apuesto, de cabellos a las orejas y oscuro, bastante delgado y de altura promedio, vestía con una chaqueta negra y unos jeans oscuros, miré su rostro y sí, quise desmallarme de tenerlo tan cerca, ¡Por Dios santo… estaba guapísimo! Llevaba una ligera barba, un poco menos tupida que la de Darren, su boca era surcaba por una sexy sonrisa, pero cuando llegué a sus ojos caoba, me perdí…

-Hola…- no le contesté, no podía encontrar mi voz ante el espasmo que me ocasionó verlo.- No me digas que eres muda…- su mirada se tornó burlona, y esto de alguna manera me dio confianza

-Hola…

-Vaya, sí puedes hablar… parecía que venías muy concentrada cuando te caíste… no te apenes, a todos nos puede pasar… ¿Y puedo saber cuál es tu nombre?- cielo santo, se veía tan tranquilo, y pese a su look algo rebelde y de chico malo supe que era alguien agradable, y debía confiar en mi instinto pues no se había equivocado con Patrice.

-Me… me llamo Julie… Julianne…- El sonrió y tiempo después se agachó a recoger mis cosas.

-Bueno Julie, fue todo un gusto… espero encontrarte pronto…- después se dio la vuelta y antes siquiera de reaccionar que no le había dado las gracias y que no me había dicho su nombre, el se dio la vuelta a tiempo para gritar- Yo soy Edward - sonrió y se alejó. Toda nerviosa corrí al salón.

El día entero fue muy tranquilo ya que no habíamos tenido en sí clases pues los maestros nos presentaban los contenidos y además la forma en la que trabajaríamos en el año. Yo estuve la mayoría del tiempo en la luna, ya que sin querer estaba pensando en ese chico rebelde.

A medio día se habían interrumpido las actividades, pues el rector daría el discurso de bienvenida en el gimnasio universitario con todas las facultades, ahí busqué a Patrice y me senté con ella. Todo había estado muy bien, pero debía anotarme cuanto antes en la materia libre.

Ya había estado pensando en cuál, y como los recuerdos de mi abuela en el piano me embargaron así como el hecho de que no me vería en la vergonzosa situación de exponer mi torpeza ante los demás. Caminé rumbo a la pizarra y me percaté que había pocos inscritos en música, eso no me importó y escribí mi nombre.

El tiempo había pasado volando, pero ya era mi última clase del día, así que me sentía emocionada. Corrí hacia allá y de repente choqué contra algo. Todo pasó en ese momento. Sentí como volaba por los aires y como retachaba en el suelo. Sólo me di cuenta de que estaba tirada pues sentí las miradas de todos sobre mí. Volteé a ver la razón de mi caída y me di cuenta que más allá estaba una figura de espaldas. No podía adivinar a bien si era mujer u hombre. Una chica de amable rostro me tendió la mano y me ayudó a pararme.

-¿Te encuentras bien?-
me preguntó aquella chica. Realmente yo estaba acostumbrada a caerme, desde pequeña al parecer había desarrollado la “habilidad” para ser torpe.

-Sí…-
le contesté, y al tiempo de devolví una sonrisa- muchas gracias por ayudarme…- corrí hacia la persona contra la que había chocado –Disculpa, venía distraída, ¿no te he lastimado?

De pronto y sin explicación alguna todo cambió… Recuerdo como me miraron aquellos ojos color plata llenos de furia, ira y odio. Yo jamás había visto un rostro como aquél, blanco, con una nariz perfecta digna de cualquier modelo, su piel se notaba suave y de no haber sido por aquella mirada hubiera intentado tocarlo para saber si era real; su cabellos alborotados saliendo de una gorra; su imagen se me figuraba más a la de un ángel que a la de un ser humano. Sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo, era como si de pronto me hubieran inyectado una especie de paralizante, me faltaba el aire, mi corazón se agolpaba en el pecho y no podía entender cuál era la razón de todo aquello. De pronto sus ojos cambiaron y en ellos pude vislumbrar un atisbo de preocupación.

Me sujetó con sus fuertes manos por los hombros, al percatarse de aquél mareo.

-¿Tú eres la que te encuentras bien?-
me dijo con un tono autoritario y rencoroso; pero a pesar del tono, su voz era dulce y hermosa.

-Sí…- no supe de dónde había sacado la fuerza necesaria para contestar. Me sentía intimidada y no podía entender por qué aquél odioso sujeto me ponía de esa forma. Pronto me soltó de una manera fuerte y grosera, incluso pareció como si me hubiera empujado, mi cara en estos momentos estoy segura que no tendría color, tenía miedo, un sentimiento extraño pues no había razón para tenerlo.

-Bien, a la próxima fíjate por dónde andas y no te vuelvas a cruzar en mi camino- Me dijo mientras se alejaba. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, me dolió su actitud… Pero soy fuerte y él era un desconocido, así que respiré profundamente y sequé aquellas lágrimas antes de que salieran de mis ojos.

Sonreí a aquella chica que me había ayudado y que seguía ahí y juntas nos dirigimos al aula. Platicamos de cosas insustanciales y me dijo que se llamaba Christian, y que tomaría sólo esa clase conmigo pues estudiaba Odontología. La clase pasó, estuvo interesante y estoy segura de que la hubiera disfrutado de no haber sido por que por mi cabeza rondaba la imagen de aquél sujeto de actitud altanera y prepotente y aquella mirada adolorida que me dirigió antes de irse. No entendía por qué, pero al parecer luego de aquél suceso nada volvería a ser como antes.

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